martes, 27 de octubre de 2015

El dolor del alma

Este 2015 está siendo para enterrar, taparlo y no dejarlo salir más. Como mucho, sacar esos pequeños detalles. Un 2015 repleto con muchas combinaciones de sentimientos y sensaciones totalmente nuevas para mí. He valorado los pequeños detalles que son los más importantes pero también he descubierto el peor dolor del mundo: el dolor del alma.

Es difícil explicar tanto. Es difícil mostrar y describir un sentimiento que ni tú mismo eres capaz de transmitir y afrontar. Me he caído siendo pequeña en numerosas ocasiones, me he hecho daño en la rodilla, me han operado de 2 hernias y me han quitado las anginas. Pero esos dolores no son nada. Ni incluso cuando te quitan las muelas o algún diente. ¿Eso? Eso no es nada.

También me han roto el corazón. He sentido decepciones. Pero eso no es nada. Me da igual. Las desilusiones, los engaños, las decepciones. No me importan. Ya lo miro desde otro punto de vista. Ahora solo necesito volver a ser yo.

Volver a ser yo porque el mayor dolor que he sentido es el dolor del alma. Cuando un nudo en la garganta te ahoga cada minuto, cada segundo. Todo esto como consecuencia de la pérdida de un mejor amigo. De una persona que me aportaba equilibrio, tranquilidad, serenidad, seguridad, energía, alegría, vida, fuerza, risas, complicidad y confianza.

Cuando te duele el alma, el vacío más grande del mundo se apodera de ti. Algo falta. Algo se ha ido para siempre de ti. Cuando pierdes a alguien que aportaba tanto, el mundo se viene encima. No queda otra que seguir, que pelear, como él me hubiera aconsejado. Pero una no se encuentra. La tristeza y el dolor se te invaden como si de un virus se tratase. Tanto que te duele el alma. Sí, el alma. Es un dolor tan profundo que no se puede explicar, que tan solo se puede sentir.

Ante tu ausencia, todo se vuelve negro. La vida tiene un poquito menos de sentido, porque tú me lo dabas. La injusticia existe. El futuro no es tan bonito y el presente mucho menos. No dudes que pelearé, que seguiré. Pero déjame pelear cara a cara con el dolor del alma. Déjame volver a encontrarme. Volver a ser yo. Déjame llorar, rabiar, gritar y maldecir tu pérdida. Déjame rezarte todos los días, déjame pedirte ayuda, déjame clamarte, déjame adorarte y hablar de ti. Déjame recordarte cada segundo. Déjame poco a poco ir sacando de mi cuerpo ese dolor. O mejor dicho, déjame jugar este partido que tarde o temprano terminaré ganando. No importa el tiempo que tarde. El cartel del descuento es hasta que Moni gane. Déjame volver a tener retos ilusionantes. Déjame recuperar la ilusión.

Necesito tanto y a la vez tan poco. Necesito abrazarte, volver a sentir, despertar de esa pesadilla. Necesito soltar y volver a soltar. Hermanito, ganaré, pero déjame aprender a llevar este dolor. Que te quiero y que te echo de menos.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Escribir y otra forma de mostrar tus sentimientos

Hay momentos en la vida que por mucho que quieras, no terminas de mostrar tus sentimientos. No terminas de sacar todo lo que llevas dentro. Hablas con personas, con amigos, familiares, pero falta algo. Un folio. Un folio y un teclado donde poder soltar todo. Tus inquietudes, lo que tu cabeza no dejar de dar vueltas, lo que sueña tu inconsciente... Y es que en mi vida, es necesaria esa escritura.

Hoy mismo necesito gritar a través de un papel que nada es eterno. Que todo llega. Que lo más importante en esta vida son los pequeños detalles que no sabemos valorar diariamente. Que a veces lloramos de más y otras veces reímos de menos. Que a veces lo más importante es girar la cabeza a un lado y al otro y mirar más allá.

Cuando miras alrededor y ves diferentes situaciones irreversibles te das cuenta que tu no trabajo es temporal, ya que tarde o temprano llegará algo. Que a pesar de esas situaciones fuera de lo normal, la gente sonríe, disfruta de la vida y vive sin lamentarse.

Que quiero seguir teniendo momentos ilusionantes y retos que te llenen en cada paso del camino hasta que logras el objetivo. Pero sobre todo quiero seguir teniendo momentos pequeños que te dibujan una sonrisa verdadera día a día.

Que necesito y quiero seguir escribiendo. Vaciarme por dentro para volverme a llenar. Porque como diría el gran Andrés Montes, porque la vida puede ser maravillosa. Gracias por tanto, vida.