Nos hemos tomado muchas cañas con nuestros amigos. Y han sido tantos días bebiendo una buena birra, que pensamos que nunca se acabarán. Pero, ¿y si se acaba?
Hemos llorado tantas veces de risa con nuestros amigos que damos por hecho que nos quedan muchísimas más. A veces hasta creemos que nunca se acaban. Pero, ¿y si esa es nuestra última carcajada?
Tomamos esos pequeños detalles como rutina, como algo más en el trascurso de la vida. Como algo que siempre está ahí. Pero no somos conscientes de que eso lo mismo se acaba en este instante.
Por eso, hay que valorar cada detalle y cada momentito. Hay que disfrutar el día a día y valorar lo que tenemos y a quién tenemos. Decir lo que sentimos a quién queremos y agradecer a cada persona que nos regala algo porque sí. Sin pedir nada a cambio. Y, por supuesto, hacerlo nosotros también. Regalar momentos a nuestra gente y a la vida misma. Hacer felices a los demás. Eso es lo que más debe llenar a una persona.
Debemos no malgastar el tiempo con absurdeces y tonterías que no nos llegan a ningún lado. Hacer de cada día un regalo a nosotros mismos y a los demás. Y hacer que cada día nos sume algo. Ese debe ser el reto para todos nada más despertarse. Y eso es lo que nos llevará a la felicidad absoluta y a llenarnos plenamente.
